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12.29.2011


Capítulo
1
Un destino marcado




En el presente. Richmond (Virginia)


V
enga, Carlie. Quítame esto de la cabeza.-Carlie forcejeaba con la maraña de pelo que tenía envuelta a manera de peinado para matrimonio.
Se suponía que ese fin de semana me cortaría el cabello, pero no contaba con que Joe quisiera reparar su vida amorosa a los cuarenta y tantos años de su vida, especialmente con una rubia de plástico que apenas tenía unos cuantos años más que yo.
Esta es la cosa: Joe, mejor conocido como papá, es el locutor más soso de la estación local de radio de Richmond. Tiene un espacio al aire desde las cuatro hasta las siete y verdaderamente nunca lo he escuchado. Carlie dice que es realmente interesante el papel que juega de un donjuán, aunque ha mencionado amarnos a mí y a Charity. Es absurdo. Nunca estuvo lo
bastante cerca a nosotras en la infancia, siempre tuvo una entrevista anticipada a nuestro horario de juego. Así que nunca tuve la necesidad de llamarlo papá. Claro que, para todos los que me reconocen como la “cachorra de Joe Deneddy,” él es el mejor locutor animado que ha podido llegar a la ciudad.
-Quédate quieta. De verdad, Pisque, ¿cómo te hiciste esto?-Carlie siempre llevaba en su bolso de mano una chupeta de cereza, spray para cabello con protector solar y un peine especial para mi cabello; ella entendía el temor que tenía frente a esas cosillas que siempre estorbaban, así que metía mi peine especial en sus carteras.
Recientemente el divorcio de mis padres cinco meses atrás y el cambio repentino de ciudad  había constituido algún tipo de rebeldía en mí. Aunque siempre había sido discordante para la sociedad. Pero ahora técnicamente la única que me soportaba era Carlie, su cabello corto naranja, sus pecas esparcidas por el rostro ovalado y los vestidos amarillos floreados. Carlie había tenido el valor de acompañarme hasta la desastrosa boda de playa de Joe; Amelia, (mamá) era incapaz de ver al ser con quien había permanecido más de dieciséis años y Charity nunca estaba en casa porque últimamente las tarifas hacia California habían descendido en su cuota anual.
Carlie jaló con fuerza el sujetador que sostenía en todo lo alto mi cabello castaño. Dándole paso a la respiración del cuero cabelludo. Un alivio.
-Aún no lo entiendo-dijo, dándole un lametazo a su paleta.
-¿El qué?
-¿Cómo es que no tienes novio aún? Eres aún más sexy que Caroline.
Le eché una mirada asesina mientras me desenredaba con el peine.
-Ya sabes lo que pienso de la dependencia en los hombres, Carlie. Es una estupidez.
-Ya sé, todo el rollo de “el amor es una jugarreta”. Pero ¿Qué tal que te enamores?
-Eso no pasará. Me conozco lo suficiente para evitarlo.
-Como digas.-respondió, encogiéndose de hombros.
Carlie había sido mi amiga desde el tercer año de preparatoria. Cada clase, durante el receso y  fuera del instituto andábamos juntas. Ya podría decirse que éramos completamente diferente, y ¡Dios! Sí que lo éramos. Pero la una era el detonador de calma de la otra. Íbamos a yoga juntas y de vez en cuando me acompañaba a mis clases de judo. Nuestras rutinas eran el resultado de la amistad adquirida por mucho tiempo.
Esta vez mi habitación estaba anormalmente organizada. Los posters de Cole Porter estaban esparcidos y alineados sobre la pared color crema, el edredón morado con flores blancas estaba limpio y tendido, en el escritorio de roble junto a la puerta estaba mi trabajo de cálculo que entregaría hasta el martes y, al otro lado, el closet con las puertas cerradas junto a la diminuta televisión a blanco y negro color rojo.
-Oye, chica. ¿Ya has pensado en contarle a Amelia de ya sabes qué?-El tono de Carlie era precavido, solo por si mamá estaba escuchando detrás de la puerta blanca de madera.
-¿Estás de broma? Me tomaría como un fenómeno.
-Lo sé, pero es tu mamá. Además, yo no le he dicho a nadie.
-Tú no eres una cotilla, Carlie. Ella, por el contrario, iría a contarles a todos acerca de eso. Y eso supondría que Darth Vader me encontrara.
Darth Vader o el cazador, era el regente superior de la Dark Wing, la organización más secreta del Estado que estaba sumamente esmerada en tenerme como arma potencial.  Solo que yo aún no había tomado la decisión. Había tenido unos diez encuentros con Darth, seis de ellos había escapado. Los otro cuatro… Cada vez que sucedía Carlie me encubría diciéndole a mamá que tenía un grave resfriado y que permanecer en su casa sería mejor que estar sola todo el día.
-Por cierto, ¿crees que te encuentren de nuevo?
-Espero que no. Son algo estúpidos, pero no creo que sigan siéndolo luego de que descubran que nunca me voy.
-No lo sé, Pisque. A lo mejor deberías desistir.
-Hay algo más en juego que solo desistir. El mundo está en juego si tomo la decisión incorrecta.
-Sí, pero, siempre tienes que huir y todo eso…
-Al menos las clases de judo han servido para lanzar el rayo laser de Darth a varios metros de distancia.-Nuestras risas hicieron eco en toda la habitación.
-¡Gwen, llegué a casa!-La voz de mamá se oyó abajo.
Odiaba que me llamara Gwen. Joe había escogido el nombre diecisiete años atrás y escucharlo de nuevo era como tener su voz diciendo: “Serás una gran mujer, pequeña Deneddy. Serás tan grande como tú padre”  El día de mi cumpleaños número siete y el único al que había asistido.
Un gruñido molesto protestó en mi garganta.
-Es extraño escuchar ese nombre-Carlie había terminado su paleta y ahora mordía el palo sobre una almohada de la cama.
-Desearía poder cambiarlo.
-En cierta parte te pareces mucho a él-dudó-. Que digo. Eres toda él. Ya sabes, los ojos castaños de cachorro, la diminuta nariz, la piel blanca, el cabello castaño.
-Vale, mamá también aportó genes.
-Bueno, tu mamá te concedió la estatura. Y lo delgada. ¿Sabías que tú papá subió de peso? Ahora se parece un poco a Adam Carolla, pero muchísimo  más joven.
-¿Porqué hablamos de Joe?
-Lo siento, es solo que esto se me hace algo extraño.
Carlie tenía lo que se conocía como “el modelo de una familia cristiana.”  Un papá contador, un ama de casa como mamá, un fastidio como hermano y un collie llamado Waldo. Es por eso que ver a mi familia suponía algo diferente en su vida.
-Gwen, ¿está Carlie allí?-La voz chillona de mamá sonó desde la cocina. Probablemente cerca de la despensa donde estaba el  chocolate en barra.
-Si-grité alargando la respuesta.
-¿Quieren algo de comer? Voy al supermercado por algunas vituallas.
Carlie se aproximó a mirarme con cara suplicante. Solté aire.
-Chupetas de cereza. Gracias.-me apresuré a decir.
-¿Y tú quieres algo, Gwen?
-Estoy bien.
-Sabes que amo a tú mamá ¿verdad?-Carlie estaba de nuevo sobre la cama.
-Claro. Porque es tú abastecimiento de dulces infinitos-me guiñó un ojo.
Para cuando mi cabello estuvo totalmente peinado, Carlie hacia zapping hacia la diminuta pantalla a blanco y negro. Con ella el término PROPIEDAD PRIVADA no existía. Pasaban una película de George Peppard de cuando aún tenía parecidos a Brad Pitt.
El día estaba bastante soleado; por la franja de la ventana abierta, un rayo solitario iluminaba los tacones plateados de Carlie.
-¿Quieres ir por un helado? Me estoy quemando aquí.
-Nah. Ve tú. Yo estoy bien con George.
-¿No te importa permanecer sola por veinte minutos?-Mi voz casi era sarcástica.
-Venga, Pisque. Yo permanezco en esta casa ocho horas al día. Además, tu mamá viene con unas deliciosas paletas que no se comerán por sí solas. Anda, toma un poco de vitamina D. Tu cuerpo te lo agradecerá cuando estés como una zanahoria.
Me reí de su exagerada interpretación de un bronceado en mi piel. Como si fuera tan fácil conseguirlo.
Agarré del armario unos tejanos desgastados de los que solían usar los hippies en la época de oro, una camisa negra una talla más grande con el indicativo de un dedo en alto y mis zapatillas de siempre. Luego de que me vestí, salí con diez dólares en el bolsillo y la bicicleta customizada plateada con brillantina de los setenta que mamá me había heredado y seguramente habría comprado en una subasta callejera.
Las calles estaban sobrecalentadas debido al excesivo sol. Posiblemente llegaba hasta los treinta grados. En el seguro y “vigilado las veinticuatro horas al día” barrio de Lyford, siempre había niños revoloteando alrededor. No es que no me gustaran los niños, es solo que sus risitas agudas me producen jaqueca; especialmente cuando tienes que entregar un reporte de veinte páginas acerca de como los gobernantes americanos han logrado esparcirse mundialmente al otro día de clase. No es nada divertido.
La heladería de Colpus estaba abierta como cualquier sábado en la tarde. La amistosa sonrisa del hijo de Michel Colpus se ensanchó cuando entré por la puerta mientras la campana de aviso de un nuevo cliente sonaba en lo alto. Llevaba una gorra de marinero blanca en la cabeza y un delantal anudado a la cintura cubriendo la camisa de cuadros roja.
-Hola Pisque.
-Hola Dean.
Me acerqué hasta el recibidor, mirando por última vez la bicicleta recostada sobre el bordillo de la acera.
-Dame lo de siempre, Dean.
Dean estaba en mi clase de literatura y gimnasia; normalmente era quien me ayudaba con los trabajos de historia. Es divertido sacarle provecho a algún endeble que se babea por mí. Algunas veces me daba lástima. No era guapo, ni siquiera era lindo; pero era alguien que podría valer la pena. O eso decía Carlie.
-¿Quieres una o dos bolas de chocolate?-preguntó con la cuchara cóncava de metal en la mano.
-Has deducido eso, ¿verdad?... Odio el chocolate.
-Lo siento-se disculpó con una sonrisa tímida en el rostro-. Nunca he conocido a una chica que no le guste el chocolate.
Lo miré con suspicacia.
-En ese caso…Mucho gusto. Soy Pisque.- Alargué la mano sobre el helado de limón y frambuesa.
-Hee. Hola, Gwen-Michel Colpus se acercó por detrás de la barra anudándose el delantal para reemplazar el turno de su hijo-¿Quieres lo de siempre?
El rostro de Dean fue rojo en totalidad.
-Claro. Oye, Michel, sabes que odio que me llamen Gwen.
-Está bien, Pisque.-Las cejas se le arquearon sobre los ojos grises.
Michel Colpus era el hombre más amable y conocido por los habitantes de Richmond, además de servir en su propia heladería, hacía parte del comité organizacional de mi escuela, la sala de juntas de la iglesia regional y además iba al asilo tres veces al día con suministros para un mes.
Agarré mi helado de Chunky Monkey de Ben & Jerry´s y le guiñé un ojo a Dean. Esta vez, y no lo pude creer, se puso más colorado que antes.
Regresé hasta la casa observando con más precisión las motas flotantes en el aire soleado. Calor. Algo que merecía la pena presenciar. En siete años no había tenía la oportunidad precisa para contemplar por más de cinco meses un lugar específico. Siempre me había visto obligada a trasladarme o, por el contrario, a esconderme en casa por algunas semanas hasta estar totalmente segura de haber despistado a los pupilos del cazador.
-¡Muchacha del demonio!-gritó la señora Sparks cuando pasé a su lado, causándole un grave daño a sus naranjas rodantes.
-Lo siento señora Sparks.-La señora Sparks, otro motivo por el que amaba la vida y no la desperdiciaba en cárceles con mutantes sobrehumanos. Tener una vecina quisquillosa hacía que la cárcel de la Dark Wing pareciera un basurero con olor a ratas al lado de una pent-house con vista al mar.
Seguí de frente dándole impulso a los pedales oxidados de la cáscara bicicleta. Cuando pude ver el final de la calle, una punzada de temor me recorrió al ver el flamante descapotado escarlata de Joe. Consideré algunos nanosegundos en girar el manubrio directo hacia la heladería de Colpus e inventar algún pretexto como que se me había olvidado la cuchara de mi helado o que me habían entregado dinero de más. Pero tan pronto como lo pensé, la cabeza llena de cabello negro con gel para la caspa de Joe apareció por la puerta de entrada.
-¡Pequeña Deneddy!-gritó, sacudiendo el brazo con efusividad.
Me bajé del asiento, empujando mi transporte con deliberada lentitud y gruñendo para mis adentros al ver que Joe traía un sobre en las manos; lo que significaba que se quedaría algún tiempo discutiendo acerca del pago obligatorio que semanalmente debía entregar a mamá para subsidiar mis gastos… Y que no había hecho en dos años.
-¿Qué cuentas, Joe?-Pasé al lado del descapotable queriendo tener un pedazo de algo filoso para abrir una pequeña hendidura en la pintura recién aplicada.
-Oh, vamos pequeña. Puedes hacer algo más que eso-Los lentes oscuros que Joe llevaba sobre el caballete eran demasiado claros para entrever un filo de decepción en cuanto le saludé.
-¿Qué quieres que diga, papi? Te acabo de ver en tu magnificente boda. Por cierto: Felicitaciones.
Joe me agarró por el cogote y me acercó hacia él para apretujarme contra su pecho cubierto por un abrigo felpudo rojo.
-No te he visto durante la cena, pequeña.
-Tuve que venir antes de la recepción-Me solté de él, sin dejar de sujetar las maniguetas de la chatarra-. Tengo un reporte que entregar.
-¿Y por qué no lo estás haciéndolo ahora mismo?-preguntó desconfiado.
-Exactamente a eso he venido. Lo siento, Joe, me tengo que ir.
Caminé por su lado, dejando la bicicleta tirada cerca del garaje, sacudiéndome los restos de polvo amarillo que se me habían pegado a la ropa durante mi paseo.
-Espera. He hablado con Amelia acerca de llevarte a Hawái . Seremos tú, Jessica y yo y unos increíbles quince días de sol abrasador y agua de coco. Sería estupendo que pasáramos un buen momento juntos y la conocieras.
Por suerte ya no tenía la bicicleta entre las manos, porque seguramente la hubiera dejado caer en cuanto Joe esbozó la sonrisa de comerciante que usaba para convencer a alguien a hacer algo.
-¿Me estás tomando el pelo?-pregunté con un hilo de voz.
-Claro que no, cachorra. Jessica está flipando con conocerte formalmente, ya que últimamente tienes muchos reportes para entregar.
-¡No! No quiero ir. Por supuesto que no. Lo siento, Joe, pero no me gustaría estar a su lado mientras estén consumando el fruto de su eterno amor por medio del acto de…
-¡Gwen  Douny Deneddy Scarlovich!-Mamá se aproximó con una mancha de harina en el pómulo y todo el cabello cobrizo lleno de azúcar-. No espero que recibas a tú padre como quisiera que lo hicieras. Pero al menos muestra un poco de respeto, niña.
Miré a mamá con recelo.
-Yo solo digo que no me gustaría arruinar la noche de bodas de Joe. Lo mejor sería que fueran solos.
Joe se acercó más a mí, impidiendo que viera el rostro sorprendido de mamá mientras se quitaba disimuladamente el anillo de bodas del dedo corazón.
-Eso no será un problema, Gwen. Puedes venir si quieres.
Puse una mano sobre el hombro caído de Joe y susurré con pompa:
-Estoy bien, de verdad. Espero que paséis una gran noche llena de acción.
Luego me fui, ignorando el halo iracundo que emanaba mamá y la decepción marcada en el rostro asimétrico de Joe.
Suspiré aliviada de que mamá no se hubiera puesto histérica y hubiera comenzado a gritarme a las espaldas, intentado justificar mi comportamiento con medidas escolares o amorosas.
Carlie aún seguía con el mando en una mano y una chupeta en la otra, además de palos blancos y envolturas esparcidas por toda el área de la cama.
-Uf, sí que te has demorado. Pensé que me dejarías hablando con Doberman Deneddy. Ya estaba ensayando mi discurso acerca de que eres la mejor sobresaliente de la clase-Me eché sobre el borde de la cama, observando el programa de comedia que Carlie veía-. Por cierto, un acosador te ha estado llamando como loco.- Carlie se estiró sobre el cuerpo lo suficiente para alcanzar mi móvil del siglo pasado que reposaba sobre el buró. Siempre había tenido el mismo teléfono móvil, un aparato de primera generación que podía ser el abuelo de todos los teléfonos digitales.
Agarré el móvil con seguridad y, como nadie nunca me llamaba, pensé que podría ser una confusión de número. En la pantalla azul se mostraban veinte llamadas perdidas. Número desconocido.
-No quise contestar-arguyó-. Ya sabes que no me gusta meterme con tus cosas.
“Que atenta por tu parte”, pensé mientras rectificaba que el número que había llamado no era conocido.
-Pisque, ¿terminaste tú reporte de cálculo?-asentí con convicción-. Préstamela, ¿quieres? Ya sabes que se me da muy mal el cálculo. Y tú…, bueno, tú tienes tu mente que hace cosas por ti. Y eso es grandioso, porque creo que reprobaré y tendré que repetir el curso y no quiero…
Carlie era una habladora con las pilas cargadas la mayoría de tiempo. Como la conocía lo necesario para saber que intentaría echarme en cara lo grandioso que era ser desarrollada mental y lo afortunada que era por serlo, me quedé embobada mirando la pantalla del móvil, preguntándome quien podría ser.
Pj está corriendo por los campos de la ADA, arruinando el césped falso con cada pisada; tiene rojas las manos y el uniforme blanco está cubierto por sangre. Su sangre. Alguien con un rifle de marca dudosa y un casco protector polarizado lo persigue, serpenteando para evitar las zancadas de Pj y alcanzarlo más rápidamente. Pj cae y grita, su voz suena demasiada ronca, pero escucho lo que grita. Mi nombre. Pj se comunica conmigo, intenta llamarme…
-Pisque, contesta- Carlie me dio un pequeño empujón en el hombro, intentando que la imagen que había en mi mente se disolviera junto con las otras imágenes. Bajé la cabeza hasta ver la pantalla encendida. Contesté.
-¿Diga?
-¿Gwen?-La línea se oía interrumpida por una interferencia secuencial, como si a través de la torre de frecuencia estuvieran escuchando e intentaran apropósito evitar la conversación.
-¿Quién habla?
Me giré hacia Carlie que me miraba dudosa.
-¡Gwen, por, tenms qu…!
Las frases se oían rápidas e indecisas.
-¿Hola? ¿Quién habla?
Un crujido de lo más extraño zumbó al otro lado de la línea.
-Gwen ¿Eres tú?-La voz ronca de Pj se escuchó, como si nada hubiera pasado, como si no hubiera estado gritándome.
-Pj. Soy yo.
La línea se cortó. La sensación me resultaba familiar y altamente indeseada. Igual que cuando sabía que los cazadores estaban cerca-ya había aprendido a reconocerlos-, pero no tenía la menor idea del lugar preciso en el que se encontraban.
-¿Quién era?-preguntó Carlie con una chupeta en la boca, mirándome con los ojos verdes muy abiertos.
Me demoré algo de tiempo en responder.
-Creo que era Pj.
-¿El rarito del afro?
-Sí.
-Creí que no podían comunicarse con el exterior. ¿Para qué llamó?
-No sé.
-¿Ha escapado?-Carlie sonaba impaciente.
-No sé.
-¿Está en problemas?
-No sé.
-¿Harás algo al respecto además de contestar “no sé”?
-Claro que sí.-Empuñé el teléfono hasta que los nudillos se pusieron blancos y me giré sobre los talones para preguntarle a Carlie:
-¿Vienes?
-No me lo perdería-respondió con una sonrisa de cómplice

6 comentarios:

Dream Time Responde dijo...

ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooohhhhhhh!!! genial!!! totalmente genial!!! PJ SE HA PUESTO EN CONTACTO CON QWEN, Y LO KE MAS ME PREOCUPA ESKE PORKE pj LE ABLO A GWEN CUANDO LUEGO SE CORTA LA COMUNICACION!, PERO BUENO,

Y TAMBIEN ESTA JULEEES!!
IA TENGO GANAS DE KE SALGA TAMBIEN

ASI KE TENDRE KE ESPERARME

TE DEJO MI SUPER HUELLA

YO ESTUVE AQUI!!!

Oda Responde dijo...

Pero que manera de empezar con una narracion por dios jajajajaaj...es geniaal :D....me has dejado....(0.o)...pero bueno no me queda otra que esperar....vi tu publicacion en el directorio de novela y me llamaste la atencion :D asi que leere tu nove de ahora en mas....ya t sigo espero que te hagas tiempo para seguirme si es que puedes...

Un abrazo nos vemos y mucha suerte:D

ruka-historiasdenadie.blogspot.com
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María O.D. Responde dijo...

¡Hola! EsToy IMPACTADA!¡Excelente capitulo! ¡no me pierdo el proximo! :)
Pd. ¡que diálogos más divertidos! ¡genial!

Mari Responde dijo...

Hola Vane

Se ve muy interesante el capi, haber que sucede en el siguiente.

Buen miercoles

Sara Tamayo Responde dijo...

QUE??!! Y los otros capis, no has publicado más? Porfavor publica pronto, esta poniendose mui interesante. Me encanta como escribes :D
Aquí te dejo mi huella
YO ESTUVE AQUI

Ma, Andrea Lin Xiang Responde dijo...

Hola! Soy de www.puroinstante.blogspot.com
bueno en primer lugar gracias por pasarte y en segundo lugar WOW,WOOOOw jajajaja en serio me está gustando muchisimo tu historia, tiene mucho enganche, dios que intriga... que pasará con Pj???? y esa sangre? Madre mia, qué suspense (:
En serio postea pronto, y si puedes avisame, va?
Que no sé que le pasa a mi escritorio de blogger que le doy a novedades y nunca me sale, será cosa de la plantilla, en fin que felicidades por tu excelente blog!
Un besazo vane (: